Un lugar a la
que llamamos casa
08 De abril
de 2013
Por Amanda
Burian, comunicaciones de CFCA
Desde la izquierda: Rigoberto, Natali, Darvin,
Dayana, Audelina y Rebeca frente a su nuevo hogar. Natali y Dayana son
apadrinadas por Ken y Linda Vilag.
No hace mucho,
ser propietarios de una vivienda digna y cómoda parecía como un sueño
inalcanzable para Rigoberto y Audelina, los padres de cuatro niños en
Guatemala.
"[Ser dueños
de una vivienda] quizá estaba en mis sueños, pero nunca se consideró una
realidad," dijo Rigoberto.
En febrero, la
familia recibió las llaves a su nueva casa. Sus sueños se hicieron posibles
gracias al apoyo de Ken y Linda Vilag, que apadrinan a dos de sus hijas: Dayana
y Natali.
Audelina y sus hijos en su antigua casa de una
habitación.
Antes de recibir
ayuda a través del apadrinamiento, la familia enfrentaba muchas dificultades y la
vida cotidiana era una lucha.
Vivían en la
propiedad del hermano de Audelina y no tenían mucho que fuera propio.
"Sólo teníamos
una habitación construido de lámina", dijo Rigoberto. "Nosotros
estábamos todos amontonados en esa habitación. No había ningún espacio para nuestras
cosas, y a veces era caótico.
"Me sentí
desamparado; pero no había otra opción que seguir viviendo allí. Si no hubiera
sido por CFCA y nuestros padrinos, aún estaríamos allí hoy."
Sentimientos de
esperanza comenzaron a emerger cuando empezaron a recibir alimentos, zapatos, ropa,
útiles escolares, colegiaturas y animales de granja, entre otros beneficios del
apadrinamiento. De todos estos beneficios, el más impactante fue el regalo de
un lugar al que pudieran llamar hogar.
En su antigua
casa, los seis miembros de la familia compartieron dos camas pequeñas. No
tenían suficientes sillas para cada miembro, por lo que algunos se veían
obligados a comer de pie.
Ahora, la familia
tiene una casa más grande, hecha de materiales más durables, y los niños tienen
su propia habitación donde cada uno tiene una cama propia.
Dayana alimenta su muñeca en el nuevo dormitorio
de los niños.
También tienen un
comedor con una nueva mesa y suficientes sillas para permitirles sentarse como
una familia, tener una conversación y disfrutar de una comida juntos.
Previamente,
Audelina cocinaba a fuego abierto dentro de su pequeña casa, afectando la salud
de sus ojos y pulmones.
Ahora, ella tiene
una estufa y es capaz de cocinar varias cosas a la vez.
Izquierda: Audelina cocinaba sobre un fuego
abierto en la antigua casa. Derecha: Audelina y su hija, Rebeca, cocinan en la
estufa en su nuevo hogar.
Encontrar
suficiente agua también fue un problema para la familia.
"No había
suficiente agua para todos nosotros", dijo Audelina. "A veces no
podía lavar nuestra ropa y no podríamos limpiarnos nosotros mismos. [Ahora], me
despierto y sé que tengo suficiente agua para empezar a lavar mi ropa. Puedo
incluso tomar una ducha sin preocuparme por quedarme sin agua."
Desde la izquierda: Natali, Audelina, Dayana y
Rebeca sonríen frente a su nuevo lavadero.
La casa nueva de
la familia fue posible con una donación especial de los Vilags, además de su
apadrinamiento.
"Oramos para
que esta casa brinde "Esperanza para una familia," dijo Linda,"
y que sea un recordatorio diario de las bendiciones de Dios. Nosotros mismos
estamos bendecidos por tener a esta familia en nuestras vidas. Nos sentimos
honrados de poder ayudar a esta familia a vivir una vida mejor".
Para Rigoberto,
Audelina y su familia, sus sueños se han hecho realidad.
"A los
padrinos de mis hijas, no encuentro palabras que puedan expresar cuánto han
tocado nuestra familia" dijo Audelina. "los queremos mucho. Son una
gran bendición para mis hijos y toda la familia."
Rigoberto también
expresó su sentimiento.
Dayana y Darvin frente a su nuevo hogar.
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